El dispositivo se presenta como un simulacro de pintura. En este caso me interesa trabajar sobre aquellas cosas que nos mantienen en vilo, lo que puede ser o no ser al mismo tiempo.
En el video el tiempo ha quedado condensado. La imagen oscila entre su quietud y su desvanecimiento, provocando una imagen especular que pretende engañar al espectador en su propia lógica formal de lo que es una pintura o un video.
La pieza incita a la contemplación, obliga a quien la observa a suspender el cuerpo en posición de quien mira un cuadro. Mientras tanto el tiempo pasa; pero es un tiempo físico, real, constituido por una señal temporal.
La ahora antigua caja negra (de TV) se ha vuelto una caja plana, estrechando sus vínculos con lo pictórico, aproximando sus sutilezas, pero también acrecentando la obsolescencia de la pintura.
Lo que puede decirse de Skull with Candle es mucho, pero inútil: el despojo de los objetos retratados, su carga simbólica, etc. Aunque no es una mera referencia a la vanitas, un género pictórico “menor” dentro de la historia del arte, al continuar el juego de citas que el mismo Richter hace en sus pinturas con un recorte de diario o una fotografía encontrada, Vida Quieta. Mi Gerhard Richter se vuelve pura retórica: de formas, de copias, de simulacros. Entonces a su vez, tal vez, todo esto se vuelva arte.
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